¿Es el individualismo una ceguera colectiva?

lunes, 19 de noviembre de 2007

¿Se imagina usted cómo sería su vida si repentinamente quedara ciego? ¿Quién le tendería la mano? ¿Quién lo ayudaría a satisfacer sus necesidades primordiales? Y si fuera su vecino quien quedara ciego, ¿qué haría usted por él?

La ceguera se define como la pérdida total de la vista, la imposibilidad de ver. Una limitación física que influye profundamente en el desarrollo personal del individuo, que muchas veces impulsa a la persona al aislamiento. Pero generalmente son los que lo rodean quienes aíslan al invidente con la indiferencia o falta de solidaridad.

El individualismo se define como el aislamiento y egoísmo de cada cual en sus intereses. Una especie de ceguera hacia las necesidades de los demás. Hoy en día el individualismo crece como un contagio, se ha levantado una ola de egoísmo narcisista que exacerba el culto al ego y a la realización personal. Se da prioridad absoluta a lo propio inmediato y cotidiano.

“Ensayo sobre la ceguera” es un libro de José Saramago publicado en 1995 que narra una serie de hechos ocurridos a partir de un fenómeno inusual: la ceguera de toda una ciudad, tal vez un país (ya que el autor no delimita las fronteras territoriales) pero sí describe el accionar del gobierno frente a una especie de ceguera blanca que empieza en un hombre y corre como una epidemia hasta dejar ciega a toda la población. La novela narra las limitaciones y los sentimientos de impotencia y miedo de los primeros ciegos, las relaciones de poder que se van conformando, las injusticias, el maltratado, el abuso contra la dignidad humana hasta sacar a relucir las peores conductas y sentimientos que pueden aflorar en una situación de emergencia como la que su ficción crea.

“Ensayo sobre la ceguera” termina siendo sin proponérselo un reflejo del corazón humano. Al principio se intenta aislar a los primeros ciegos, pero el temor del contagio hace que algunos de ellos sean eliminados. Al ir quedando ciega paulatinamente toda la población, las empresas quedan sin empleados y los servicios básicos de agua y luz también son suspendidos. Muy pronto la vida se convierte en una lucha individualista desesperada por la supervivencia y el mundo en un escenario putrefacto y maloliente pues los ciegos deambulan por las calles y hacen sus necesidades fisiológicas en cualquier lugar. Los supermercados son saqueados, las casas habitadas por la fuerza por transeúntes ciegos de turno, cada uno tiene que ver por su vida y supervivencia. A excepción de una sola mujer, esposa de un oftalmólogo, que no pierde la vista y ayuda a sobrevivir en medio de un sinnúmero de circunstancias terribles a un grupo de seis personas. Esta mujer, la única que evidencia sentimientos solidarios es llevada al asesinato por circunstancias extremas. La novela nos confronta así directamente con la forma en que nuestra naturaleza humana y nuestro corazón reaccionan frente a circunstancias que trascienden los límites.

Más allá de la ficción “Ensayo sobre la ceguera” retrata el individualismo característico de nuestra sociedad posmoderna. Al leer esta novela me estuve preguntando si en estos tiempos que nos ha tocado vivir, el individualismo no es también como una especie de ceguera colectiva que no nos permite ver más allá de nosotros mismos. Cuando cada cual busca su propio bienestar sin pensar en los demás. Cuando lo importante es la realización personal y vivir para sí mismo. Cuando las premisas que parecen regir la vida son: “Ámate a ti mismo” “Satisface tus propias necesidades”, “Busca tu realización personal”… todo esto sin preocuparnos si en el proceso atropellamos al otro.

La indiferencia frente a las necesidades de los demás y al estado de nuestra sociedad revela que cada vez nuestro corazón se adapta más a no mostrar interés o afecto por lo que los demás viven. Somos como ese sacerdote y ese levita que pasaron de largo sin auxiliar al hombre que había sido asaltado por ladrones en el camino, en la parábola del “Buen Samaritano” que narró Jesús. (Lucas 10:25-37)

Recuerdo con mucha tristeza una ocasión en que el bus en que viajábamos con mi esposo entró en una calle en sentido contrario y atropelló a una anciana. La pobre mujer estaba tirada en medio de la pista y nadie la auxiliaba. Mi esposo y yo intentamos parar varios autos y le ofrecíamos dinero para que llevaran a la anciana a un hospital, pero nadie quería comprometerse. Lo peor fue que al dar la vuelta veíamos descender del bus al resto de los pasajeros, todos reclamando el dinero del pasaje, preocupados por llegar a su destino, pidiendo enojados la devolución de “un sol”, sin importarles el estado de la anciana quien en esos momentos libraba una lucha entre la vida y la muerte por la imprudencia de un chofer, a quien no le importó transgredir las reglas de tránsito por llegar antes a su destino.

El mundo está lleno de personas que son ahora atropelladas y nadie las defiende. Las relaciones de poder que nuestra sociedad permite, las injusticias sociales, las relaciones familiares quebradas, las extremas condiciones de pobreza en la que viven la mayor parte de nuestra población frente a nuestra indiferencia, etc ¿no son evidencia del individualismo imperante?

Cristo definió a su iglesia principalmente como una comunidad. Como el espacio donde es posible la convivencia en armonía, equidad y justicia. Somos la comunidad del Rey y nuestro testimonio de amor verdadero debiera dar evidencia de ello. Somos llamados a impactar y transformar la sociedad con un mensaje de unidad, somos llamados a servir, “porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45) Las palabras de Jesús y su ejemplo debieran ser nuestra consigna personal y colectiva. Somos un pueblo “salvado para servir”, no hay duda respecto al rol social de la iglesia: “porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10)

En este siglo XXI, Jesús sigue llamándonos a “Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”. (Lucas 10:27) Cerraremos nuestros ojos, levantaremos nuestros hombros para preguntarle “¿Quién es mi prójimo?”. O estaremos dispuestos a darnos, a amar, a compartir, a defender, a levantar nuestra voz por el que sufre, a abrazar al pobre y abatido. Porque de lo que tenemos damos (Hechos 3:6) y aquello que hemos recibido por gracia debemos dar también por gracia (Mateo 10:8).

Únete al ejército de Cristo, combatamos juntos la indiferencia, hagamos presencia en la sociedad, abramos nuestros ojos y miremos más allá de nosotros mismos, más allá de nuestras fronteras eclesiales, porque allí está el mundo que necesita creer, sanarse y restaurarse. Es la mejor forma de combatir el individualismo que impera en esta época y demostrar que no estamos ciegos sino por el contrario nos alumbra la luz de Cristo.

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La Guía Narniana

viernes, 16 de noviembre de 2007

Fuente original: NOT JUST LOVE. FEROCITY.

Este es el teaser poster de "Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspián" a estrenarse pronto en Mayo del 2008. Espero el estreno tranquilo, confiando en que Andrew Adamson hará un buen trabajo, ya que tuvo el tino de posponer un poco la fecha de estreno por la gran cantidad de efectos especiales que la realización está involucrando. Prefiero esperar, en vez de tener algo mal hecho demasiado rápido.

Por otro lado, ya habíamos conversado acerca de Ezequiel Dellutri, autor de la Guía Hi-Tech y la Guía Narniana. De esta última les quiero hablar. Es una delicia de lectura. Te invita a recorrer cada libro de la saga en un vagón de tren (saltando de vagón a vagón en un tren en movimiento), y te hace sacarle el jugo a cada Crónica, siempre con geniales referencias a la vida del autor. Es genial, de verdad.

Mis experiencia leyéndola sería resumida en lo que sigue: Todos van a Narnia de una manera distinta, pero pocos vuelven cuando han crecido. Esta en una oportunidad fenomenal para volver a este fantástico mundo con otra perspectiva. Ya había estado en Narnia, pero volver con la Guía Narniana para viajeros involuntarios fue una experiencia totalmente diferente. Resulta más deliciosa de leer en las tardes de lluvia, o cuando uno es huésped en la casa de un primo insoportable. ¡Extraordinaria!

Si la quieren conseguir, escríbanos al mail de la editora o déjennos un comentario con su dirección para concretizar el pedido. Ningún fan, ni buen lector de Lewis se la puede perder.

Por lo pronto, les dejaré parte del concepto artístico de la película. Si hacen clic aquí, podrán ver que el arte de diseño de la nueva Narnia no está nada mal. Que hayan pasado mil años no la hacen menos interesante, sino, mucho más. Weta Workshop está haciendo un buen trabajo con los diseños. Miren el castillo de Miraz:

Y la formación de los Telmarinos:

Además, pueden observar uno de los primeros videos sobre la producción. ¡Disfrútenlo!

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La Tregua de Dios para el mundo

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿Alguna vez sintió a Dios como su enemigo? ¿Lo culpó de los sinsabores y dolores que le tocó experimentar en esta vida? ¿Se sintió tentado de acusarlo de indiferencia e insensibilidad? ¿Pensó en él como un Dios castigador?

Las reflexiones filosóficas de “La Tregua”, novela del uruguayo Mario Benedetti, conducen al lector a plantearse estas preguntas. “La Tregua” es el diario de un hombre de cincuenta años, próximo a jubilarse que rememora su pasado y avizora a la vez un futuro desprovisto de toda ilusión. Martín Santomé, es un oficinista deprimido, conformista, padre de tres hijos quien quedó viudo a la edad de veintiocho años. Su vida mediocre y sin brillo lo lleva a resignarse a un futuro aún más monótono. Pero unos meses antes de su jubilación conoce a Laura Avellaneda, una muchacha joven que podría ser su hija. Martín Santomé se enamora de ella y para su sorpresa llega a ser correspondido. Él, que ya no esperaba nada de la vida revive en una etapa dichosa pero breve: “Tengo que asirme desesperadamente a esta razonable dicha que vino a buscarme y que me encontró”, concluye en sus pensamientos. Pero inesperadamente, cuando aún venciendo sus propios prejuicios espera pedirle matrimonio, la muchacha muere. Entonces la vida de Martín Santomé vuelve a oscurecerse y para el personaje “Dios vuelve a ser la todopoderosa Negación de siempre”. En las reflexiones finales de la novela es donde se revela más claramente el concepto de Dios, con el cual tal vez muchos de nosotros nos hayamos identificado en algún momento de crisis:

Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más”.

¿Por qué Benedetti plantea una “tregua” como meollo y desenlace de su trama?

La palabra “tregua” se define como la suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente una guerra. Es un período de intermisión o descanso hasta que vuelva a comenzar la batalla. De allí que el título que Benedetti eligiera para su novela, se revela tan significativo. El hombre que siente que un Dios tirano le ha trazado un destino fatalista del que no puede escapar y que solamente le concede “una tregua” para luego seguir atormentándolo. La novela plantea así la imposibilidad de la dicha y del conocimiento de un Dios que se preocupa y ama a los hombres:

Si Dios es la Totalidad, la Gran Coherencia, si Dios es sólo la energía que mantiene vivo el Universo, si es algo tan inconmensurablemente infinito, ¿qué puede importarle de mí, un átomo malamente encaramado a un insignificante piojo de su Reino?"

Si bien es cierto la Biblia habla de enemistad entre Dios y el hombre por causa del pecado (Romanos 3:23), no revela a un Dios insensible, lejano e indiferente. Por el contrario Dios se revela a sí mismo como ese Dios de amor que se acerca al hombre y toma la iniciativa de la reconciliación:

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”. (2 Corintios 5:18-19)

La verdadera tregua que Dios le da al mundo no es un tiempo limitado de dicha para seguir castigándolo y atormentándolo nuevamente. Dios nos concede una tregua sí, pero una tregua ilimitada de misericordia y gracia a través de su hijo Jesucristo:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)

Tal vez nunca identificamos la Navidad como la tregua de Dios para el mundo, pero ese es su real significado. Como lo anunciaron los ángeles la noche que nació Jesús: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14) Jesús nació con un anuncio de paz, no de guerra.

En la tregua divina que tenemos a nuestro alcance es Dios quien se sacrifica (Is 53:4). Es Dios quien experimenta el dolor (Is 53:5) . Es Dios quien paga el precio de la paz (Is 53:5) . Es Dios quien carga con los pecados del mundo (Is 53:6). Es Dios quien se lleva las enemistades. Y es Dios quien propone la reconciliación. Es Dios quien busca al hombre para darle vida abundante y eterna.

Frente a esto, la desesperanza de las palabras de Benedetti en boca del personaje Martín Santomé tienen respuesta: “Yo sé que él es una lejana soledad, a la que no tuve ni tendré nunca acceso. Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos”.

Dios no es ajeno a nuestro dolor ni quiere que nos mantengamos al margen del sacrificio de Cristo a favor de la humanidad. El trazó el camino de la reconciliación con el hombre, a través de Jesús y ese es el verdadero mensaje de la Navidad: una tregua de eterna paz a nuestro alcance.

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De una pluma a un teclado

A través de la historia de la humanidad muchos hemos compartido la pasión de escribir. Las técnicas y los recursos han cambiado, desde una roca donde se grababan los caracteres con una especie de cincel, pasando por los papiros. las plumas entintadas, las máquinas de escribir, hasta las computadoras. Pero siempre, siempre el hombre y la mujer han buscado registrar y perennizar sus experiencias.

En la aventura editorial he participado también de ediciones a mimeográfo, recuerdo los antiguos stenciles y los cartoncillos cuando iniciamos con el offset, mi fiel máquina de escribir mecánica, luego un procesador de textos eléctrico que me regalaron, hasta que por fin tuve una computadora. Y ahora no solamente escribo para mí misma sino que puedo compartirlo con el mundo casi inmediatamente que pongo la última letra en el teclado, y zas se envía a miles de personas.

A través de este blog, quiero tener la oportunidad de compartir contigo esta pasión por la creación literaria.

Por eso incluyo secciones donde encontrarás: artículos literarios, reseñas de libros, capacitaciones, novedades, discusiones, escritores contemporáneos, y por supuesto al de familia y viajes, ya que desde hace algunos años mis libros me están llevando a conocer el mundo.

Espero que disfrutes tanto como yo de este intercambio literario.

Tu amiga,

Pluma de Águila

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