ENTRE LA LUCIDEZ Y
LA CEGUERA
ALGUNAS REFLEXIONES A PROPÓSITO DE LAS NOVELAS CAÍN Y EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO DE JOSÉ SARAMAGO
Por Patricia Adrianzén de Vergara
“Como todo, las
palabras tienen sus qués, sus cómos, sus porqués. Algunas, solemnes, nos
interpretan con aire pomposo, dándose importancia, como si estuviesen
destinadas a grandes cosas y, ya se verá más tarde, no son más que una brisa
leve que no conseguirá mover un aspa de molino, otras, de las más comunes, de
las habituales, de las de todos los días, acabarán teniendo consecuencias que
nadie se atreverá a pronosticar, no habían nacido para eso y, sin embargo,
sacudieron el mundo”. (José Saramago, Caín, pg 38)
Como bien describe en este párrafo
extraído de la novela Caín, José
Saramago postula que las palabras tienen un gran poder. Como escritora, no
solamente creo en la belleza de las palabras sino en el poder que éstas tienen
para comunicar y producir impresiones profundas en el ser humano. Saramago va
más allá y afirma que las palabras pueden “sacudir el mundo”. Quien escribe es
consciente que su propuesta evocará una respuesta en el lector. José Saramago
una de las mentes más brillantes de nuestros tiempos, a sus 86 años hizo
entrega de una nueva novela con una clara intención anti religiosa. Casi veinte
años después de su Evangelio según Jesucristo, el premio Nobel de
literatura, confiesa haber escrito Caín en casi cuatro
meses porque: “Estaba en una especie de trance. Nunca me había sucedido por lo
menos con esta intensidad con esta fuerza”.
Sin poner en duda su genio creativo,
su tremenda habilidad para escribir y filosofar en los problemas humanos, nos
admira al mismo tiempo lo que podríamos llamar una especie de "ceguera”, si
tomamos en cuenta los conceptos de lucidez y ceguera que tan hábilmente maneja.
“Ceguera” manifiesta en su postura antagónica al Dios de las escrituras. Ya que
a pesar que su fuente es la Biblia, Saramago busca legitimar una imagen de Dios
que él ha construido que se aleja significativamente del texto escritural. Entendemos,
que esta postura fue asumida tal vez por su desilusión en las religiones, como
él mismo confiesa:
"Las religiones, como las
revoluciones, devoran a sus hijos. Hay en las religiones un proceso constante
de deglución, en el que Dios es como un Moloch que exige el sacrificio humano. Suponiendo
que Dios exista-y no le concedo el beneficio de la duda-, Dios no puede por
pura lógica, crear seres para destruirlos." (Expreso, Lisboa, 2 de
Noviembre de 1991)
Saramago reconoció que su
escepticismo lo llevó a un antagonismo público con la jerarquía de la iglesia
católica, pero creo yo, que esto va de la mano con su desilusión en el ser
humano a quien calificó de egoísta, cruel y sin ética:
"En la naturaleza hay
muchas cosas contra las que luchar, pero hay un enemigo peor que todos los
huracanes y terremotos: el propio ser humano. La naturaleza con todos sus
volcanes, terremotos, huracanes e inundaciones, no ha causado tantos muertos
como la humanidad se ha causado a sí misma."
(A Capital, Lisboa, 4 de Noviembre de
1995)
Paradójicamente sin creer en Dios
Saramago postula un concepto teológico fundamental al decir: "Todos estamos hechos de ruindad e
indiferencia"
(Turia, Teruel, N 57, 2001)
(Compárese con Romanos 3:23; Romanos 3:10-18; Salmos 53:1-3)
Se conjuga entonces en esta gran
mente brillante dos grandes desilusiones:
"Dios es el silencio del universo, y el hombre es el grito que da
sentido a ese silencio". (Biblioteca Nacional de Argentina. Sala
virtual de lectura. Buenos Aires 12 de Noviembre 2000)
Su novela Ensayo sobre la ceguera,
una de mis preferidas, es el retrato de la humanidad, desde el punto de vista
de la imposibilidad del cambio del ser humano que él concibe. La
novela sacar a relucir las peores conductas y sentimientos que pueden aflorar
en una situación de emergencia como la que su ficción crea. Ensayo sobre la ceguera termina siendo
un reflejo del corazón humano que trasluce la desesperanza y falta de fe en la
humanidad. Saramago no llega a descubrir que las
Escrituras fundamentan la posibilidad del cambio del corazón del hombre, a
través de la obra redentora de Cristo. No lo descubre o no lo cree, su
escepticismo en el ser humano tiene casi la misma intensidad que su
escepticismo en el Dios de las escrituras.
No es el primer intelectual que se
declara abiertamente ateo y no es la primera vez que Saramago comunica su
convicción personal de que “Dios
no es una persona de fiar”. (Saramago, Caín, pg 58) Esta es una gran contradicción, ya que, si se confiesa
ateo, por qué su obsesión por pelear con “un dios” al que finalmente desconoce.
Como reseña Gómez Aguilera:
"La problemática de Dios
caracteriza una vertiente singular del imaginario literario e ideológico
saramaguiano, hasta el punto de que el propio autor reconocía, paradójica y
humorísticamente, que, sin Dios, su literatura perdería sentido". (José
Saramago. En sus palabras.
pg133)
Hace algunos años escribí una tesis
titulada Un análisis del enfoque
deconstruccionista de la novela El Evangelio según Jesucristo de José Saramago.
Mi investigación tenía como objetivo analizar la novela, situándola en el marco
de la corriente deconstruccionista, puesto que el autor escribía su obra
basándose en una lectura de los evangelios, entregándonos una versión personal
y subjetiva de los acontecimientos históricos que narran las Escrituras. Saramago
construyó así una novela transmitiendo un concepto de Dios y una Cristología
muy particulares donde abiertamente derribaba los conceptos básicos del
cristianismo. Entendí que la novela proponía a fin de cuentas un diálogo
teológico que no podía obviar y que era posible responder apologéticamente a
una propuesta que ideológicamente intentaba derribar las bases fundamentales
del cristianismo.
Fue así como en mi investigación
descubrí que Saramago escribió una novela que abría múltiples posibilidades de
interpretación en base a su eiségesis de los evangelios, “deconstruyendo” la
historia de Jesús desde una perspectiva secular, partiendo de razonamientos
filosóficos que cuestionan la Escritura y distorsionan la imagen del Dios de la
Biblia. Como él mismo reconoce, en una de sus entrevistas, cuando intenta
justificar su ateísmo: el único Dios posible que existe para él, es un Dios
inventado por los hombres: “Fuimos
nosotros quienes inventamos a Dios a nuestra imagen y semejanza, y por eso Dios
es tan cruel".
El “dios” de las novelas de Saramago,
es realmente ese dios inventado por los hombres que se distancia del Dios de la
Biblia. Desde ese pesimismo teológico utiliza las escrituras para construir su
ficción, pero alterando los acontecimientos bíblicos para re interpretarlos a
su manera y abrir otras posibilidades de interpretación.
La ideología de la novela El
evangelio según Jesucristo trasluce la lucha personal de
Saramago con un Dios egoísta e irracional. Expresada además en una Cristología
netamente humana y deformada, un concepto del mundo y de la vida que Dios
diseñó como una sentencia de muerte para la humanidad, y un concepto del ser
humano como un juguete de la voluntad divina.
Es la visión personal acerca de esta
vida de un artista, de un hombre dotado intelectualmente, que logró une espacio
significativo en su tiempo y en su sociedad. ¿No hubo ningún vestigio de
esperanza para él? Como dijera el apóstol Pablo sin Dios y sin Cristo somos lo
más dignos de conmiseración.
(1 Corintios 15:19)
En Caín Saramago busca
legitimar la imagen de Dios que él ha construido. Aunque él dice: “Escribo para
comprender y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para
comprender”. La pregunta es si una novela como ésta nos va a llevar a una mejor
comprensión de la vida y de nuestra naturaleza. Si la lectura va a dejar a un
lector indiferente, confundido o desconcertado. Si surgirán lectores que se
sumen a su inacabada discusión con Dios o se solidaricen con su posición.
Desde el inicio de esta última novela
Saramago derriba postulados bíblicos fundamentales. Aunque él insiste en que su
lectura es literal, con maestría maneja la ironía para contradecir el concepto
bíblico y teñirlo de su interpretación personal:
"El mayor problema, la mayor
acusación que se me hizo, fue que hice una lectura literal de la Biblia, en
lugar de una lectura simbólica", explicó el premio Nobel, "Su
literalidad es lo que es: un horror", añadió. A mi entender parece que no
consideró que la literalidad tiene su razón de ser en el contexto histórico y
cultural que debe tomarse en cuenta para hacer una exégesis adecuada del texto.
Cabe destacar que tal literalidad no
es fiel a las Escrituras ya que Saramago en ningún momento hace una interpretación
literal de los hechos sino acomoda los sucesos bíblicos utilizando textos fuera
de contexto y aun fuera del tiempo histórico.
La ironía está desde la primera
página donde encontramos a Adán y Eva como una creación imperfecta ya que a
diferencia de los animales ellos no podían emitir ningún sonido, no tenían voz
propia, supuestamente por un error o una negligencia de Dios. Contradiciendo
frontalmente Génesis 1;26-27,31.
Inmediatamente Saramago introduce el
concepto de un Dios que crea y se olvida de su creación:
“Hasta
luego, y se fue a su vida” (Saramago, Caín,
pg 8) sólo para regresar en poquísimas, breves y
espaciadas visitas por largos periodos de ausencia. Es el antiguo concepto del
dios relojero que echa a andar el mundo y se olvida de él.
La segunda gran puesta en escena
supuestamente literal de Saramago, es la propuesta que en el Edén jamás hubo
tal serpiente; sino que Eva soñó todo lo que la serpiente le dijo. Y pone en
boca de Dios esta aseveración:
“Qué has hecho tú desgraciada. Y ella
respondió, La serpiente me engañó y yo comí, Falsa, mentirosa, no hay
serpientes en el paraíso, Señor yo no he dicho que haya serpientes en el
paraíso, lo que sí digo es que he tenido un sueño en que se me apareció una
serpiente y me dijo…” (Saramago, Caín,
pg 12)
Esta postura coincide más con quienes
asumen el relato de Génesis como un mito. Pero a esto, Saramago añade también
un propósito vil en Dios al crear al hombre y a la mujer:
“Si ya existían otros seres humanos,
entonces para qué nos creó el señor, Ya deberías saber que los designios del
señor son inescrutables, pero, si he entendido alguna que otra media palabra,
me parece que se trata de un experimento, Un experimento, nosotros, exclamó
adán, para qué…” (Saramago, Caín, pg
19-20)
En ambas novelas los propósitos de “dios”
siempre son viles y egoístas, sus planes son cuidadosamente trazados para
alimentar su egocentrismo. ¿Este el Dios literal de la Biblia? Un sin número de
textos contradicen esta afirmación, pero nuestra intención no es dar ahora una
respuesta apologética que sería motivo de un trabajo mucho más extenso sino
identificar el desencanto y desesperanza que transmite Saramago al intentar
asesinar al Dios de la Biblia como literalmente sí registra en las palabras que
su personaje Caín le confiesa a Dios:
“No te va a gustar lo que vas a oír,
Que eso no te importe, habla, Es muy sencillo, maté a abel porque no podía
matarte a ti, pero en mi intención estás muerto, Comprendo lo que quieres
decir, pero la muerte esté vedada a los dioses”. (Saramago, Caín, pg 26)
Creo no equivocarme al afirmar que
ese desencanto y desesperanza, propias de nuestra generación posmoderna, que
Saramago ha asumido para sí mismo, lo lleva a querer acabar no solamente con
Dios sino con la supuesta “utopía del cristianismo” ya que nuestra generación
postula el fin de las grandes interpretaciones u utopías de la historia. Pero
el cristianismo no es una utopía más, ha demostrado su sobrevivencia más de dos
mil años y el texto escritural, distorsionado en este caso, recobra especial
vigencia, cuando interpretaciones como ésta nos llevan a asumir un diálogo
teológico y a reflexionar profundamente en la gran necesidad humana de conocer
al Dios de la Biblia.
Más bien un texto como el de Saramago
nos alerta acerca de las profundas necesidades espirituales del hombre
contemporáneo. Como confirma el mismo argumento de la obra, el relativismo y la
ausencia de valores absolutos, al desconocer a Dios o ponerle un disfraz de
maldad deja al ser humano en una condición de desesperanza. Muy contrario al
claro mensaje de las Escrituras de un Dios que ama y se preocupa por su
creación y la redime. Quienes nos situamos en esta perspectiva tenemos no
solamente esperanza, sino un propósito de vida y una misión en este mundo.
Tenemos un valor y un nombre con mayúscula a los ojos de Dios y de los que nos
rodean, no un nombre con minúscula como indica el paratexto de la novela Caín.
Pero permítanme registrar un texto
más que confirma que tal literalidad no es auténtica:
La Biblia registra que el sacrificio
de Abel agradó a Dios y no el de Caín. Y literalmente que Caín tuvo un diálogo
con Dios previo al asesinato de Abel donde se evidenciaron sus sentimientos y
dónde Dios le da la oportunidad a Caín de arrepentirse (Génesis 4:1-8).
Saramago dice que cita literalmente la Biblia, nada más lejos de la verdad pues
invierte los papeles y crea a un Abel orgulloso, burlón que fastidia sin piedad
a Caín. Finalmente termina culpando a Abel de la actitud y decisión que tomará
Caín: “Y siempre la falta de piedad de Abel, la jactancia de Abel, el desprecio
de Abel”. (Saramago, Caín, pg 25) La
víctima termina siendo el victimario.
La licencia literaria le permitirá un
ardid para sus propósitos. Siendo el Caín bíblico un hombre errante, Saramago aprovechará
esta condición y hará viajar a Caín a través del tiempo, el personaje se moverá
entre el pasado, el presente y el futuro para llegar a las escenas bíblicas
dónde el autor intencionalmente quiere ubicarlo para comprobar que Dios también
es un asesino. Así lo traslada al tiempo de Abraham, Noé y Josué. Caín sabe que
no puede matar a Dios, Saramago sabe que tampoco puede hacerlo, pero perenniza
el conflicto entre Dios y el hombre atribuyéndole connotaciones negativas frente
a las cuales el ser humano se encuentra indefenso y sin salida.
A continuación detallo los
principales argumentos del autor citando algunos pasajes de la novela Caín:
I. Conceptos
antagónicos de Dios:
1) Un Dios
impredecible: En boca de un narrador omnisciente Saramago
declara esta sentencia: “el señor no es una persona de la que uno pueda fiarse”
(Saramago, Caín, pg 58) Dios es
impredecible en sus planes y en sus actos. Jamás podríamos fiarnos de él.
2) Un Dios ruin: “Entonces
el señor es capaz de todo, de lo bueno de lo malo y de lo peor. Así es, Si tú
hubieras desobedecido la orden, qué habría sucedido, Lo que el señor suele
hacer es mandar la ruina o una enfermedad a quien le falla, Entonces el señor
es rencoroso, Creo que sí, respondió Abraham en voz baja, como si temiese ser
oído, para el señor nada es imposible, Ni un error, ni un crimen, preguntó
Isaac, Los errores y los crímenes sobre todo”. (Saramago, Caín, pg 60)
3) Un Dios cruel: “la cuestión es que estamos gobernados por un señor como éste, tan
cruel como baal, que devoró a sus hijos”. (Saramago, Caín, pg 61)
4) Un Dios celoso: “Los celos son su gran defecto, en vez de estar orgulloso de los
hijos que tiene, prefiere dejar que lo venza la envidia, esta claro que el
señor no soporta ver a una persona feliz,” (Saramago, Caín, pg 63) (Contexto la construcción de la torre de Babel)
5) Un Dios malvado: “No bastaban sodoma y gomorra arrasadas por el fuego, aquí, en la
falda del monte Sinaí, quedó patente la prueba irrefutable de la profunda
maldad del señor, tres mil hombres muertos sólo porque le irritaba un supuesto rival en figura de
becerro,” (Saramago, Caín, pg 75)
Saramago aprovecha el concepto de
maldad de Dios para justificar el error de Caín y hasta minimizar su falta: “Yo
no hice más que matar a un hermano y el señor me castigó, quiero ver quién va a
castigar ahora al señor por estas muertes, y luego continuó, Lucifer sabía bien
lo que hacía cuando se rebeló contra dios, hay quien dice que lo hizo por
envidia y no es cierto, es que él conocía la maligna naturaleza del sujeto”. (Saramago,
Caín, pg 77)
6) Un dios inmoral: “Que el señor haya admitido el incesto como algo cotidiano y no
merecedor de castigo en aquellas antiguas sociedades por él gestionadas, no es
nada que deba sorprendernos si tenemos en cuenta que era una naturaleza todavía
no dotada de códigos morales y para la que lo importante era la propagación de
la especie… el propio señor dijo, Creced y multiplicaos, y no puso limitaciones
ni reservas al mandamiento, ni con quién ni con quién no.” (Saramago, Caín, pg 77)
7) Un dios con
poder limitado: El “dios” de Saramago se siente frustrado porque
pudo ponerle una marca en la frente a Caín pero no puede predecir ni impedirle
que haga su voluntad y vaya dónde él quiera: “…Es verdad que puse una señal en
la cabeza de Caín, nunca lo has visto, no sabes quién es, pero lo que no se
entiende es que no tenga poder suficiente para impedirle que vaya adónde su
voluntad lo lleve y haga lo que entienda,” (Saramago, Caín, pg 88)
8) Un dios demente: “Qué, Que nuestro dios, el creador del cielo y la tierra, está realmente
loco” (Saramago, Caín, pg 95)
9) Un dios sordo: “Cuidado Caín, hablas demasiado, el señor está oyéndote y tarde o
temprano te castigará, el señor no oye, el señor es sordo”. (Saramago, Caín, pg101)
10) Un dios
injusto: “pero la justicia, para dios, es una palabra vana” (Saramago,
Caín, pg 101)
11) Un dios
pavoroso: “Estoy cansado de esa cháchara de que los designios de dios son
inescrutables, respondió caín, dios debería ser transparente y límpido como
cristal en lugar de este continuo pavor, de este continuo miedo, en fin, dios
no nos ama”. (Saramago, Caín, pg101)
12) Un dios
vencido: En la novela Caín vence a Dios ya que frustra sus planes de una
nueva humanidad. Sólo le queda seguir discutiendo con Caín ya que ni siquiera
puede matarlo: “Como te atreves, asesino, a contrariar mi proyecto, así me
agradeces haberte salvado la vida cuando mataste a Abel, preguntó el señor, El
día que alguien te colocara ante tu verdadero rostro tenía que llegar,”
(Saramago, Caín, pg 126)
Este es un “dios” que se parece más a
los dioses mitológicos que ostentan las debilidades humanas y juegan con el
destino de los hombres. Pero quien concibe un “dios” así tan mezquino y cruel
debe haber vivido realmente en un estado de desesperanza total, que lo impulsó
a una actitud de irreverencia. A la vez volvemos a notar su desencanto y
desilusión del ser humano que inventa y concibe a un Dios a su semejanza.
II. Conceptos
que se repiten de su anterior novela El evangelio según Jesucristo:
1) La constante de
los niños asesinados. En El evangelio según Jesucristo Saramago se vale del argumento de la
matanza de los niños de Belén por Herodes para culpar a Dios y al mismo José de
las muertes de los inocentes. La intensidad de la culpa perseguirá al personaje
José en la novela toda su vida por no haber alertado a los otros padres. En Caín el argumento reiterativo es la
supuesta injusticia por la muerte de los niños de Sodoma.
“Dios está en todas partes, Sobre
todo cuando manda matar, un solo niño de los que murieron abrasados en Sodoma
bastaría para condenarlo sin remisión” (Saramago, Caín, pg 101)
“Si los niños que murieron quemados
en Sodoma no hubieran nacido, no habrían tenido quedar aquellos gritos que yo
oí, mientras el fuego y el azufre iban cayendo sobre sus inocentes cabezas”. (Saramago,
Caín, pg 117)
“No tan malvado e infame como tú,
acuérdate de los niños de Sodoma”. (Saramago, Caín, pg 126)
2) La complicidad o
similitud entre dios y el diablo: En El Evangelio según
Jesucristo, Saramago llega a caracterizar físicamente a Dios y al diablo
como dos seres idénticos, vestidos de la misma manera, con la misma apariencia
física. En Caín vemos que su intención es comunicar que hay
complicidad entre ellos:
“Por tanto, o satán puede mucho más
de lo que pensábamos, o estamos ante una gravísima situación de complicidad
tácita, por lo menos tácita, entre el lado maligno y el lado benigno del
mundo.” (Saramago, Caín, pg 103)
“Lo más seguro es que satán no sea
nada más que un instrumento del señor, el encargado de llevar a cabo los
trabajos sucios que dios no puede firmar con su nombre”. (Saramago, Caín, pg 104)
“Como satán, dijo caín, Sí, como
satán, pero a éste ya he encontrado una manera de tenerlo contento, de vez en
cuando le dejo una víctima en sus manos, para que se entretenga y con eso le
basta”. (Saramago, Caín, pg 113)
3) El contraste
entre la maldad de dios y la bondad de un personaje que encarna la maldad pero
que es reivindicado por Saramago.
En El evangelio según Jesucristo,
Saramago había disuelto el antagonismo dios-diablo sutilmente, desprestigiando
a Dios e inventando virtudes y nobles sentimientos en Satanás.
Nuevamente los postulados del autor
respecto al diablo son consecuentes con su propósito de presentar una antítesis
del Dios de la Biblia y una antítesis del diablo como aparecen en las
Escrituras:
En el caso de El Evangelio según
Jesucristo el demonio termina siendo “mejor persona” que Dios, más noble en
sus propósitos y en esta novela, es el protagonista Caín quien termina
evidenciando mejores sentimientos.
III. Atribuciones
nobles que el autor le da a Caín: En la novela Saramago redime a Caín
del asesinato de su hermano Abel y acusa a Dios de haber sido el autor
intelectual de esa tragedia.
1) Caín salvador: en la novela, el personaje Caín salva a Isaac del sacrificio. Saramago
hace que sea Caín quien detenga e interrumpa a Abraham y no el ángel que llegó
demasiado tarde. (Saramago, Caín, pg 59)
2) Caín bondadoso: “Y quien soy yo para que dos ángeles del señor hayan querido acudirme
en esta dificultad. Fuiste bueno con Abraham, nos ayudaste para que no nos
sucediera nada malo en casa de lot y eso merece una recompensa”. (Saramago, Caín, pg 100)
3) Caín honesto y
moral. Caín evidencia en la novela una conducta licenciosa con las mujeres, pero
Saramago hace algo increíble, con un enunciado que parece una paradoja: “Aunque
asesino, caín es un hombre intrínsecamente honesto, los disolutos días vividos
con lilith, censurables del punto de vista de los prejuicios burgueses, no
fueron suficientes para pervertir un innato sentido moral de la existencia”.
(Saramago, Caín, pg 107)
IV. La ironía
final:
En la novela el personaje Caín tiene
el poder de impedir que se cumpla la voluntad de Dios, que consistía en
levantar una nueva raza humana de la descendencia de Noé. En primer lugar, es
Caín quien embaraza a las nueras de Noé, se acuesta también con la esposa del
patriarca y finalmente termina asesinando a todos los habitantes del arca.
Solamente para impedir que al final del diluvio se cumplan los propósitos de
Dios.
Este final no es solamente una ironía
sino revela una actitud arrogante del autor que vuelve a esconderse en las
palabras de su personaje Caín que dice: “Vete tranquilo, de dios me encargo
yo”. (Saramago, Caín, pg126)
Irrespetuosamente Caín desafía a Dios
y le dice: “El día en que alguien te colocara ante tu verdadero rostro tenía
que llegar”. (Saramago, Caín, pg126)
Saramago, quien manejó magistralmente
tantas veces el concepto de la lucidez, (Saramago, Ensayo sobre la lucidez, 2004) aquí carece de esta cualidad. Oscila
entre la lucidez y la ceguera. Su planteamiento se distancia del sentido
encarnacional que el texto bíblico plantea. Su acuciosa investigación de las
escrituras lejos de acercarlo a Dios lo distancia de él. Y lo identificamos entonces más con sus
tristes personajes de Ensayo sobre la ceguera
(Saramago,1996), seres humanos sin luz y sin esperanza. Jesús llamó ciegos
a los que se negaban a ver. (Mateo 13:13-14) Saramago ha abierto las escrituras,
pero en su intento de humanizar a Dios y atribuirle motivaciones y propósitos
viles, no llegará a entender a ese Dios que realmente se humanizó en el
misterio de la encarnación. Y lo hizo por amor a la humanidad.
Reconocemos a un intelectual dotado
de una habilidad increíble para escribir y reflexionar tanto en la condición
humana como en las contradicciones de nuestra sociedad, pero que conociendo las
escrituras finalizó su vida sin luz y sin esperanza:
“La historia de los hombres es la
historia de sus desencuentros con Dios, ni él nos entiende a nosotros ni
nosotros lo entendemos a él”. (Saramago, Caín,
pg 64)
Me atrevo a postular que el personaje
“Caín” es el mismo Saramago intentando asesinar al “dios cruel” que concibió. Y
se vale de la ficción pues es la mejor arma que maneja.
Como literata, he disfrutado de la
maestría, nivel literario y el estilo innovador de varias de sus obras. Estoy
de acuerdo con la postura que sus novelas
son un gran aporte filosófico y un retrato antropológico. Y que hay
otras vertientes para analizar como el pesimismo y la desilusión que las
caracterizan. Como él mismo asegurara: "La literatura es el resultado del diálogo de alguien consigo mismo".
(Jormal do Brasil, Río de Janeiro, 1 Noviembre 2008), y la vasta obra de Saramago
da para mucha reflexión.
Pero como biblista, no pude dejar de admirarme
también del desconcierto y desasosiego que estas dos novelas comunican y que
requieren una reflexión teológica. Saramago ha hecho dos lecturas
deconstruccionistas para escribirlas. Tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Su interpretación está muy lejos de aproximarse a una exégesis adecuada. No es
literal como creo que hemos demostrado, aunque no podemos negar que como todo
lo que escribió es magistral e innovador en su estilo. En El evangelio según Jesucristo termina con una larga lista de
muertes “inútiles” de mártires de la iglesia, y con el enfoque de la muerte de
Jesús como una víctima de las manos de un Dios malvado y egocéntrico. En Caín deja abierta una discusión eterna
entre Caín que no quiere perder y un dios que se niega a ser vencido.
Totalmente alejado del sentido escritural de un Dios que ama a su creación y la
redime.
Es la lucha de las palabras, de
aquellas que cómo se registra en el texto con el que iniciamos esta reflexión
se creen muy importantes, se dan aire pomposo.
Saramago intenta sacudir al mundo con sus
palabras, y realmente lo logra con su genio creativo, pero la palabra de Dios
es poderosa y eterna. ¡Esa sí nos sacude cada día! Nos sacude también la visión
de desesperanza del hombre contemporáneo que solo puede concebir un dios a su
semejanza. Y nos alerta e impulsa a quienes intentamos a través de la teología
narrativa y la teopoética, dar una
respuesta de esperanza como una “brisa breve” que pueda refrescar el corazón
del ser humano.
Bibliografía
Goméz
Aguilera, Fernando. José Saramago. En sus
palabras. Madrid, Alfaguara, 2010.
Saramago José. Caín, Madrid, Alfaguara, 2009, 189 pgs.
Saramago José, El Evangelio según Jesucristo. Madrid,
Alfaguara, 1998, 492 pgs.
Saramago, José.
Ensayo sobre la lucidez. Madrid, Alfaguara. 2004. 423 páginas
Saramago José. Ensayo sobre la
ceguera. Madrid, Alfaguara, 1998.
Saramago, José. El último
cuaderno, Madrid, Alfaguara, 2010.
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