JESÚS, EL REY QUE VIENE

miércoles, 28 de diciembre de 2011




“JESÚS, EL REY QUE VIENE”

Por Patricia Adrianzén de Vergara





En estas fechas abundan los símbolos de la Navidad: el árbol, la estrella, el nacimiento, los reyes magos, el pesebre, las luces, y hasta muñecos de nieve en culturas donde no cae un copo en esta época. Pienso que deberíamos añadir un símbolo mucho más importante: una corona. Pues la navidad significa antes que nada el nacimiento de un Rey.



En el año 2000 tuve la oportunidad de estar en Inglaterra y pude comprobar lo que es una cultura arraigada en la monarquía. La corona inglesa es prácticamente el símbolo del país. El rostro de la reina madre está en todas partes (en vasos, platos, lapiceros, pastilleros, pañuelos, carteras, polos, etc.) El emblema de la corona adorna el tapiz de las paredes y las alfombras. Existen museos llenos de joyas, coronas y cetros que han pasado de generación en generación.



Dependiendo del lugar y la cultura, existen diversas formas de celebración del nacimiento de un heredero al trono. Generalmente, cuando nacía un rey, el pueblo estaba a la expectativa. Se disponía todo minuciosamente para una gran celebración. La gente se regocijaba y el anuncio del nacimiento del heredero al trono trascendía las fronteras de su reino.



El nacimiento de nuestro Rey también fue anunciado. Las profecías mesiánicas nos hablan del nacimiento de un niño y a la vez que ese niño sería un Rey poderoso, cuyo imperio no tendrá fin ni límites. Lo que muchos olvidan en Navidad, es que esas profecías anuncian tanto su nacimiento como su reinado y se quedan con la imagen de un niño indefenso y tierno.



Isaías por ejemplo profetizó:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.


Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límites, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”. (Isaías 9:6-7)





En muchos lugares de la profecía hay un salto cronológico de muchos siglos para el cumplimiento de una parte de ella. Vamos a encontrar este salto entre los versículos 6 y 7 del texto de Isaías citado. El vs 6 se cumplió con el nacimiento terrenal de Jesús: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.



El vs 7 en cambio está en proceso y por cumplirse: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límites, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”. (Isaías 9:6-7)



Del mismo modo sucede con la profecía de Zacarías capítulo 9, hay un salto cronológico para el cumplimiento de los acontecimientos de los vs 9 y 10.



“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.






Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra”. (Zacarías 9:9-10)







A la luz de estas profecías les propongo contemplar por un instante a ese niño del pesebre como lo presentan las escrituras: como Rey.



1) Un rey diferente: Todos conocemos las circunstancias del nacimiento de Jesús que año a año recordamos en la Navidad. No había para ellos lugar en el mesón, “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”... (Lucas 2:7)



A pesar que era un Rey, Jesús no tuvo una cuna de oro, ni siquiera un buen colchón donde reposar al nacer, sino un pesebre, un comedero de animales hecho de piedra fría. No tuvo buenas condiciones higiénicas, nació en un establo, donde nacería un esclavo no un rey.



Jesús siendo el rey, nació como un siervo. Su nacimiento nos revela la naturaleza de su misión al venir a este mundo. “El vino para servir y dar su vida en rescate por muchos”. (Marcos 10:45)



Nació de la manera más humilde, sin embargo su nacimiento debería ser anunciado al mundo por eso estuvo rodeado también de manifestaciones sobrenaturales: como el ángel que anuncia a los pastores las buenas nuevas del nacimiento de un Salvador y la multitud de huestes celestiales que alaban a Dios. (Lucas 2:7-14) Isaías había dicho: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado” y el ángel anuncia “Que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador”.



Estas palabras revelan el misterio de la dádiva de Dios, del regalo de Dios: “no es nacido” “nos es dado” es decir para nosotros, para nuestro provecho, para nuestra salvación. El ángel en el evangelio de Lucas repite “os ha nacido a ustedes”.



La frase “Un niño nos es nacido”: habla del misterio de la encarnación “Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. (Jn 1:14)



Aunque sería muy difícil comprender como la plenitud de la naturaleza divina habitaría en un cuerpecito tan pequeño así sucedió, dice el apóstol Pablo:



“el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. (Fil 2:6-8).



Con la encarnación, Jesús quiso identificarse con el ser humano en el dolor, las penas, el sufrimiento, los conflictos, etc. Padeciendo como nosotros, siendo tentado como nosotros, pero sin pecado para luego ser nuestro mediador y sacerdote, nuestro Salvador.



Este es el misterio de la navidad. El mejor regalo: el Salvador del mundo, dado a los hombres por amor. Un Rey que no vino a este mundo a reclamar sus derechos sino a morir por él. Un Rey humilde, diferente, como Él se definió a sí mismo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.” (Mateo 11:29)



2) Un rey de paz: Lo dice la profecía que hemos registrado en Isaías 9:6-7. Jesús es el “Príncipe de paz” y “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite, sobre el trono de David y sobre su reino”.



Paz en hebreo significa tanto tranquilidad como prosperidad. Solamente a través de una relación personal con Jesús podemos disfrutar esa tranquilidad de espíritu, porque la paz procede de Dios y está en nosotros el aceptarla y conservarla. Jesús nos aseguró que esta vida podíamos disfrutar de esa paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27). Innumerables veces me he repetido a mí misma estas palabras cuando sentía que mi vida se tambaleaba. Y he comprobado que su paz es efectiva.



Pero además como “Príncipe de paz” se asegura que Cristo tendrá un gobierno, un señorío que tiene estas características: tranquilidad y prosperidad, una perfecta paz.



Esta paz fue anunciada también por el profeta Zacarías 9:9-10:



“Alégrate mucho hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.


Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra”. Zacarías 9:9-10:



Históricamente ubicamos una parte del cumplimiento de esta profecía en la entrada triunfal a Jerusalén.: “y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima”. (Mateo 21:7-11)



Zacarías lo ve venir justo, victorioso y humilde. “Cabalgando sobre un asno” da a entender que viene en mansedumbre y en son de paz. Contrasta con Apocalipsis 9:11 cuando Cristo en su segunda venida, aparecerá montado sobre un caballo blanco.



El cumplimiento de la segunda parte de la profecía de Zacarías que acabamos de leer, de paz universal se dará en la segunda venida de Cristo.







Sabemos que vivimos en un mundo en conflicto, la guerra se ha desatado en nuestro mundo y las cosas van a empeorar. La carrera armamentista de los países ha degenerado en otros tipos de armas mortíferas con la tecnología. El respeto por la vida y los derechos humanos se ha perdido. La violencia ha tomado todas las formas imaginables y aún ha superado a la ficción. Sin ánimo de parecer pesimistas, a la luz de las escrituras, podemos comprender que todo esto estaba profetizado. El hombre por sí mismo jamás podrá lograr la paz. La paz universal que todos anhelamos solamente se va a dar en su reino milenario



Todos los armamentos serán destruidos como anuncia Zacarías, (vs 10) algo que las naciones son incapaces de llevar a cabo. “Y los arcos de guerra serán quebrados”. ¿Por qué no se enseña esta doctrina en las iglesias si está claramente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento? ¿Por qué solamente se enfatiza la Navidad y no se provee la esperanza de un futuro retorno del Rey de paz?



Como anunciara Isaías “lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límites”. Será un imperio de paz ilimitada, pues gobernará con amor y no habrá peligro que esa paz sea turbada.



3) Un rey justo:

Isaías 9: 7 dice: “disponiéndolo y confirmándolo en justicia y en juicio para siempre”: significa que su gobierno será administrado con prudencia y equidad.



Zacarías vs 9: “He aquí tu rey vendrá a ti justo y salvador”: la idea de Zacarías era que él vendría a corregir todas las injusticias. ¡Cuánto anhelamos la justicia!



Sin embargo la justicia que vino a cumplir este Rey en el mundo trasciende cualquier acto de justicia humana, pues él fue el único que pudo satisfacer la justicia de Dios.



Que sea “Justo” es una de las características del siervo sufriente del Señor

Isaías 53:11-12 dice: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”...



Jesús se sometió a las demandas de la justicia de Dios por nosotros. Murió como un malhechor sin haber cometido pecado y pagó nuestras iniquidades. El vino a dar su vida en rescate por muchos. El mismo es justo y de su justicia todos hemos recibido.



Isaías 32:1: anuncia también a un rey justo: “He aquí que para justicia reinará un rey”...



Jeremías 23:5,6: “He aquí vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra”.



Jesús es nuestra justicia, como lo anunciaron los profetas y como lo confirma también el Nuevo Testamento.



4) Un Rey que quiere reinar en ti: El regalo de la navidad es este Rey para tu vida. Para que reine en tu corazón en tu vida terrenal y para que reines con él en la eternidad. Jesús tiene un reinado espiritual en los corazones y las vidas de todos los que creen en él y le aceptan. El constantemente invitaba con sus palabras a que lo recibieran en sus corazones y creyeran en él:



“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto no creéis. Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene no lo echo fuera” (Juan 6:35-37)



“Si alguno tiene sed venga a mí y beba. El que cree en mí como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva." (Juan 7:37)



“Yo soy la puerta, el que por mi entrare será salvo; y entrará y saldrá y hallará pastos” (Juan 10:9)



El quiere compartir su reinado universal con nosotros.

¿No es acaso lo que necesitamos en estos tiempos? Un Rey diferente, un Rey de paz, un Rey justo, un Rey que tenga un reinado espiritual sobre nuestras vidas. Un Rey humilde que estuvo dispuesto a identificarse plenamente con el hombre para luego dar su vida por nosotros.



Las profecías describen ambas venidas de Cristo. Su nacimiento y su reinado.

Así como el nacimiento de Jesús fue anunciado por años y sólo algunos tuvieron el privilegio de verlo y creer; la segunda venida de Cristo, nuestro Rey, también ha sido anunciada, pero el mundo no se está preparando para recibir a su Rey justo, a su Rey de paz.



No rechaces su reinado espiritual en tu vida. Jesús, el niño que nació en un pesebre es el Rey que viene. Prepárate para recibirlo.


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